Las distorsiones le impiden hoy al productor acceder a un valor del grano de $ 617 mil la tonelada: hoy percibe $ 289 mil, según un informe del productor cordobés Néstor Roulet.
El domingo, en la inauguración de la Expo Rural de Palermo, el presidente de la Nación, Javier Milei, prometió nuevamente la eliminación de las retenciones y la unificación cambiaria.
Más allá del compromiso a futuro, el gran dilema que afronta el productor agrícola es que está obligado a vender la producción de la campaña pasada para encarar la nueva siembra, con una pérdida significativa.
Según un análisis realizado por el productor cordobés y exsecretario de Bioeconomía de la Nación, durante el gobierno de Mauricio Macri, Néstor Roulet, por las distorsiones que generan el cepo cambiario y las retenciones, el productor recibe sólo el 47 % de lo que le correspondería.
“Sin retenciones y cobrando el dólar billete, a $ 1.435 por cada dolar, con un valor de U$S 430 por tonelada, el precio en moneda nacional de la soja sería de $ 617.050 por tonelada. Mientras tanto, con el 33% de retenciones y cobrando con el dólar oficial, ($ 931) el valor de la soja es de U$S 311 la tonelada, lo que en pesos representa $ 289.541; es decir cobra el 47%”, sostiene el informe de Roulet.
El precio actual que recibe el productor por la soja ($ 289.540 la tonelada) al valor del dólar billete ($1.435), el precio de la tonelada de soja en dolar billete se reduce a U$S 201.
Si se comparan los valores que cobran los productores de otros países, los diferenciales en favor de los agricultores van desde 104% para un productor de Estados Unidos (U$S 411), hasta 114% para un productor brasileño (U$S 428).
Soja: “sólo esperamos una señal”
Para fundamente su análisis, el exdirigente agropecuario cordobés sostiene que el productor habitualmente tiene un patrón de ventas (usa al grano como bien de cambio) que a lo largo de los años se cumple. “Solo lo modifica según el volumen producido, las expectativas futuras del precio internacional de los granos y la posibilidad crediticia para encarar la nueva campaña”, destaca.
Por lo general, vende un 50 % antes de fin julio, “para pagar créditos a cosecha, costos indirectos de la campaña y algunos alquileres”; el resto lo vende un 20 % entre agosto y setiembre, para cancelar el pago de alquileres e insumos para el comienzo de la nueva campaña; un 20 % entre octubre y diciembre (pagos de insumos) y deja un 10 % para costos fijos de la campaña que transita.
¿De qué modo se modifica este esquema de ventas? “En año de poca producción (sequía) adelanta las ventas (campaña 2022/2023), por el comportamiento del mercado internacional de los granos donde hace varios años los valores más firmes son en plena cosecha del hemisferio sur. En Argentina el productor se acostumbró a guardar el grano lo cual siempre le dio resultado por la inflación y la inseguridad cambiaria de los años anteriores, acción que va a tener que rever en el futuro”, destaca Roulet.
Un informe de hace días de la bolsa de Comercio de Rosario calculó que hay soja disponible para la venta 27,6 millones de toneladas y 9 millones de toneladas a fijar, dándonos 36,4 millones de toneladas sin precio. “Esto serían U$S 14.500 millones que podrían ingresar por la soja. Si a esto le sumamos alrededor de 15 millones de toneladas de maíz (una vez descontado el consumo interno) disponibles para exportar, que generarían otros U$S 2.500 millones, nos quedarían U$S 16.000 millones con posibilidad de ingreso al país solo por la soja y maíz”, precisa el informe del productor.
“Si se tiene en cuenta que los productores para esta nueva campaña tienen que invertir U$S 24.000 millones solo en insumos (33 millones de hectáreas entre trigo, soja y maíz), nos indicaría (por usar al grano como bien de cambio) que estaría obligado a vender gran parte sus granos”, advierte.
Para Roulet, el problema es que lo tienen que hacer a un valor muy bajo, debido a las distorsiones que generan el impacto de las retenciones y del cepo cambiario.
Fuente: La voz
Deja una respuesta