De acuerdo a los últimos datos conocidos de faena, tanto julio como agosto fueron meses en los que la oferta resultó superior a la esperada; con casi 2.5 millones de cabezas faenadas entre ambos meses, la cifra representa un 6% más que lo faenado en igual período del año pasado, al tiempo que marca el máximo nivel de actividad en los últimos 10 años, indicó la Bolsa de Comercio de Rosario.
Mucho se ha hablado de la disociación que existe en estos momentos entre consumo y exportación. Sucede que la capacidad de faena de las plantas exportadoras es limitada y actualmente se encuentra prácticamente en plena ocupación, a diferencia de las plantas destinadas a abastecer el mercado doméstico que apenas cubren el 60% de su capacidad, según estimaciones de la misma Federación de Industrias Frigoríficas (FIFRA).
En definitiva, esto resulta en una exportación incapaz de absorber el excedente de oferta que está volcando la producción, no ya por falta de demanda sino por restricción en la capacidad de procesamiento, en especial de almacenaje, consigna el informe.
En materia de precios, el mercado intentó corregir hacia febrero-marzo de este año el retraso que venía arrastrando pero finalmente el consumo no logró convalidar y terminó erosionando tal corrección.
Ahora bien, desde el lado de la exportación existe cierta limitación para responder a esta mayor disponibilidad de hacienda. Si bien se han estado habilitando nuevas plantas -la semana pasada se conocía la habilitación de 8 nuevos frigoríficos para exportar a China- y otras incluso han estado ampliando su capacidad, Argentina no estaba ni por asomo preparada para casi duplicar su exportación en un año.
Es por ello que actualmente nos encontramos en lo que creemos podría llegar a impactar en un futuro cambio de paradigma. Históricamente el consumo interno era el primero en abastecer sus requerimientos mientras que la exportación era considerada un saldo exportable.
Hoy la dinámica cambió, como país estamos convencidos que debemos trabajar para exportar, para agregar valor a nuestros productos y generar divisas vendiendo lo que el mundo está ávido de consumir.
Sin embargo, aún tenemos un déficit estructural en materia de capacidad industrial que no nos permite acompañar plenamente este crecimiento.
En definitiva, exportamos cuanto podemos procesar y el resto queda como saldo para el consumo doméstico, consumo que actualmente se encuentra sobre abastecido. ¿Será que estamos transitando el principio de un cambio de paradigma entre mercado doméstico y exportación