Parecería contradictorio, que al buscar mayor producción individual en nuestras vacas obtuviéramos empobrecimiento, sin embargo la atracción natural del ser humano por las altas producciones individuales, SIN CONSIDERAR SUS IMPLICACIONES EN TÉRMINOS ECONÓMICOS PARA EL SISTEMA, convierten tal empobrecimiento en un hecho real y bastante común en nuestras ganaderías.
Mientras por un lado, el capitalismo y consumismo salvaje, apoyado en un marketing abrumador y en un sistema educativo convencional obsoleto, nos ofrecen cuanto artificio de moda sale al mercado, de otro lado, nuestra ignorancia sobre sus verdaderas implicaciones, nos llevan hacia el abismo financiero.
Tenemos hoy, la impostergable necesidad de ABRIR NUESTRA MENTE para comprender cuales son los verdaderos motores que nos impulsan hacia la rentabilidad sostenible en nuestras empresas ganaderas.
Podemos enunciar varias respuestas causantes de tal empobrecimiento, seguramente habrán algunas más……
- Porque a mayor desempeño individual, es necesaria una mayor cantidad de alimento por vaca (Mayor ingesta), lo que para un mismo nivel de oferta forrajera, una mayor demanda alimenticia nos llevará a disminuir el número de vacas o a comprar suplementos. El resultado será entonces, menos vacas con igual nivel de costos fijos o mayores gastos con igual número de vacas, AMBOS escenarios afectan negativamente la rentabilidad.
- Porque para lograr un mayor desempeño individual se necesita genética de mayor tamaño corporal con mayor requerimiento alimenticio y muy frecuentemente de menor adaptación climática y parasitaria para condiciones naturales, lo cual compromete la condición corporal de la vaca, su longevidad y su rápida re concepción (Vacas con mayor número de días improductivos), además compromete la madurez temprana de sus crías (Mayores costos de reemplazo). Baja entonces el índice de fertilidad y cada vez se tienen menos vacas por hectárea, menos partos y menos lactancias, con nivel creciente de costos.
RECORDEMOS:
La fertilidad es considerada como el principal factor que determina la rentabilidad del hato.
- Porque la búsqueda de animales de mayor desempeño individual nos ha llevado a suplir sus exigentes necesidades con insumos extras de alto costo como: Concentrados, ensilajes, riegos, instalaciones, equipos, praderas “mejoradas”, vitaminas, sales minerales especiales, fertilizantes, hormonas, medicamentos y mano de obra especializada para compensar la menor eficiencia animal, creando alta dependencia y vulnerabilidad financiera a este tipo de sistema productivo.
- Porque la mayor producción individual obtenida no alcanza a compensar los mayores costos (Fijos y variables por vaca), mucho menos alcanza para entregar una utilidad extra al productor por las inversiones adicionales.
Quedamos entonces, al cabo de unos años, con muchas menos vacas por hectárea, menos eficientes para nuestro entorno natural (Con deficiente adaptación parasitaria, climática y nutricional) y de alto costo de mantenimiento, totalmente empobrecidos porque no tenemos máquinas rentables (vacas adaptadas a la oferta ambiental) que nos represente un ingreso digno y sostenible.
Si escoges el camino contrario, el de preferir la vaca de muy bajo requerimiento alimenticio, de menor tamaño, de madurez temprana y condición corporal inherente, la cual cosecha su propio forraje, y mantiene una buena tasa de re concepción con los recursos ambientales existentes, tendrás más cantidad de animales por hectárea (Más crías y más lactancias), tendrás una riqueza sostenible con mínima dependencia de insumos externos, muy bajos costos y alta rentabilidad.
Es hora de tomar conciencia y cuestionar en términos de beneficio económico sostenible, las implicaciones REALES que tienen los programas y prácticas ganaderas, para dejarnos seducir por aquellos que nos acercan hacia una ganadería rentable y sostenible, libre de agrotóxicos y dependencias, con producción de alimentos sanos para nuestra población.
Autor/es: Nicolás F. Sierra Vélez. Ganadero – Administrador de negocios
