Biofarma es una empresa de nutrición animal, con más de 40 años de trayectoria, que cuenta con tres plantas de alimentos balanceados en Córdoba y siembra 10 mil hectáreas de granos para abastecer su industria, lo que le permite atender el mercado nacional y exportar a diez países latinoamericanos. Con ese know-how y una inversión multimillonaria, que demandó un año y medio de obra, inauguró recientemente un feedlot orientado a la investigación, cerca de Jesús María, al norte provincial. El Ing. Agr. Marcelo Vilosio, Gerente General de Biofarma, explicó a Valor Carne los pormenores de este emprendimiento, que incluyó el primer equipo de rolado de maíz al vapor del país, entre otras innovaciones, que permiten mostrar a los ganaderos cómo ganando eficiencia se justifica la mejora en infraestructura alimentaria.
“En nutrición animal hemos hecho mucho camino en el país y en el exterior, y queríamos dar un paso más con un feedlot experimental de alta tecnología, para generar información local y formar especialistas en engorde intensivo”, planteó Vilosio, líder del proyecto del feedlot de Biofarma, aludiendo a que el corazón del negocio de la compañía sigue siendo optimizar la eficiencia alimentaria.
“Ya teníamos experiencia en cerdos, con el centro de investigación en nutrición y manejo, y más de 100 trabajos publicados, que fue muy positiva porque pudimos volcar al mercado conclusiones prácticas”, recordó, agregando que en rumiantes esto es aún más necesario porque no hay suficiente estructura para hacer ensayos.
“Empecé a trabajar en el nuevo proyecto hace mucho tiempo como un desafío personal porque me gustan las vacas. Además, advertí que hay muy pocos investigadores en engorde intensivo, muy calificados sí, pero que trabajan con más esfuerzo que medios”, señaló. Entonces, prosiguió, “la industria del feedlot se basa en técnicos que leen un paper de afuera y lo aplican acá, cuando las realidades en la Argentina son diferentes, hay otras categorías de animales, otras materias primas, otras reglas y costos diferentes”.
El primer paso fue recopilar los modelos existentes en las ganaderías más desarrolladas. “Viajé mucho y vi cómo trabaja la investigación, privada y pública, en EE.UU. y Canadá. Pero de la idea original que tenía en mi cabeza salió otra y armamos un centro de investigación que no se parece a ninguno de la región, ni siquiera en Brasil, es espectacular”, aseveró Vilosio.
La idea, también en este caso, es generar información que sea útil para la toma de decisiones de las empresas ganaderas. “Si para hacer un determinado proceso se justifica o no la inversión o si este manejo es mejor que el otro, todo con rigor científico”, subrayó, detallando que para dar sustento a esa estrategia la compañía tiene más de 50 profesionales que asesoran a los productores. “Vendemos productos a través de servicios, aportando conocimiento, nos dedicamos a eso”, argumentó.
Otra cuestión clave es la inversión en capacitación que se llevará adelante en el feedlot experimental. “Ya estamos formando especialistas, mediante convenios con universidades, armamos módulos de engorde intensivo para estudiantes, o sea, ofrecemos pasantías y tenemos comodidades para que vivan en el establecimiento”, contó. Inclusive, sostuvo, “estamos conversando con una universidad americana, que tiene muchos alumnos y pocas instalaciones, entonces un argentino podría hacer una maestría ahí y la tesis acá, probando y ensayando en nuestro ambiente”.
El nuevo centro experimental tiene unos dos mil animales, en corrales de distintas características. “Podemos hacer ensayos con 400-500 cabezas, mientras las universidades los hacen con 120, así logramos resultados muy consistentes”, aseguró. Esto les permite responder a empresas globales que requieren altos estándares para ensayar un aditivo, por ejemplo, que disminuye las emisiones de metano del ganado.
También realizan pruebas de consumo residual o conversión neta, de la mano del Ing. Agr. Aníbal Pordomingo, del INTA Anguil, que es una herramienta de selección cada vez más requerida por las asociaciones de criadores para identificar aquellos toros que consumen menos y ganan igual peso, o sea, que son más eficientes.
“Compramos veinte comederos inteligentes, desarrollados por la experimental, pero ellos tenían muy pocas unidades y no podían atender la demanda. Ahora, nosotros estamos brindando ese servicio, empezamos con Brangus, Angus y Limousin y pronto entrarán Hereford y Braford”, afirmó Vilosio, subrayando que pueden evaluar 140 toros simultáneamente. “De aquí en adelante, todas las razas podrán planificar el testaje de 50-100 toros por año”, puntualizó, refiriéndose al avance que significa brindar información de este carácter heredable a los criadores comerciales.
Experimental & comercial
Si bien el foco del emprendimiento de Biofarma está en la investigación, también incluye un feedlot comercial, donde ya hay capacidad para 10 mil cabezas, que se está ampliando a 15 mil y el proyecto es llegar a 20 mil cabezas.
Según Vilosio, aunque la escala experimental es enorme, resulta insuficiente para contar con equipamiento de alta tecnología, por lo que se amplió mediante corrales de engorde para hacienda propia, que dan sustentabilidad al negocio. “Somos una empresa de nutrición y queremos mostrar además que, haciendo mejor las cosas, ganando eficiencia, la inversión en infraestructura alimentaria se paga”, resaltó.
Con esa visión, pusieron énfasis en el procesamiento de maíz, tanto quebrado como grano húmedo y desarrollaron el rolado a vapor, una tecnología que los americanos utilizan desde hace casi medio siglo, pero que no se aplicaba en la Argentina.
¿De qué se trata? Los granos se cocinan con vapor durante 60 a 75 minutos, gelatinizando más de la mitad del almidón; y luego se presionan con rodillos, para achatarlos, sin quebrarlos. Como resultado, el maíz se digiere más fácilmente y mejora un 7-8% la conversión en carne. “El grano húmedo también tiene buena digestibilidad, pero es riesgoso, puede causar acidosis, en cambio el rolado a vapor es seguro”, advirtió.
¿Por qué no se utilizaba en el país? “La Argentina produce maíz relativamente barato pero la energía es cara y la caldera de vapor tiene alto consumo. Entonces, la mejora indiscutible en conversión quedaba empañada por el costo del procesado. Pero nosotros tenemos independencia energética”, planteó el gerente. Y destacó: “No necesitamos comprar energía. Los corrales de hacienda comercial fueron diseñados en platea hacia los piletones de decantación y mediante un sistema de recolección de bosta, con tecnología alemana, se juntan unas 10 t diarias, que van a un biodigestor”. A partir de ello, se genera el gas para la caldera de vapor y para un grupo electrógeno que cubre todos los procesos de la empresa y produce además abonos para los campos agrícolas, minimizando el impacto ambiental.
“Toda esa estructura de rolado a vapor y biodigestor, nos demandó un monto cercano al millón de dólares, con capital propio, pero calculamos que se puede amortizar en tres años”, aseveró. En tal sentido, hoy el 50% del maíz tiene este procesamiento, lo que les permite utilizar raciones con muy alta energía. “Somos muy nuevos como engordadores, pero ya logramos conversiones sorprendentes, de 4,8 a 5/ 1 en animales livianos y de 6,2 a 6,3 / 1 en pesados”, reveló.
Para concluir, Vilosio resaltó porqué es interesante conocer el feedlot de Biofarma. “Llegamos a este emprendimiento gracias al mercado, a los productores que confían en nosotros. Por eso, queremos invitarlos a ver nuestras tecnologías, pensamos que muchos de los procesos se pueden aplicar en sus establecimientos, hacen la diferencia. La agenda está abierta”, finalizó.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne.
El feedlot experimental de Biofarma, en vivo.