Las altas temperaturas en los cultivos durante los periodos estivales, pueden causar graves efectos a las cosechas. Efectos que si no se toman las medidas adecuadas puede llegar a provocar daños irreparables a la planta y al fruto. Otro grave problema es que el aumento de las temperaturas hasta niveles muy altos produce un aumento de plagas en determinados cultivos. Las altas temperaturas en los cultivos pueden provocar daños que pueden ir desde la morfología, la anatomía, la bioquímica a la fenología del vegetal. Las plantas tienen una gran capacidad de adaptación a los cambios del exterior pero en condiciones demasiado adversas los daños son imposibles de prevenir.
Posibles consecuencias de las altas temperaturas en los cultivos
Color y calidad de los frutos
Los frutos de los árboles, sobre todo a partir de que toman su color característico, son muy sensibles a temperaturas elevadas. Por encima de los 35-40 grados es frecuente el ablandamiento y oscurecimiento de su interior. En otros casos provoca lesiones en la epidermis en forma de manchas o llagas, que se suberifican, afeando y depreciando la fruta.
Cuando el golpe de calor coincide con la maduración se puede producir una caída masiva de fruta por formación precoz de la capa de abscisión en los pedúnculos.
En el caso de las viñas, una subida brusca de las temperaturas se manifiesta en forma de quemaduras en las hojas y partes tiernas de los brotes, y en el enrojecimiento del fruto.
En tomates, por ejemplo, el calor afecta tanto a la duración como al color del fruto, pues en la formación de pigmentos influye mucho la temperatura. Es recomendable que esté por debajo de 28 grados para que no se produzca decoloración.
Cuidado con las plagas
Otra cuestión que hay que tener en cuenta es que cuando hay condiciones desfavorables de estrés la capacidad de respuesta de la planta si aparece alguna plaga siempre es menor.
Hay ciertas plagas que aparecen en condiciones de sequía y calor. Así, las altas temperaturas pueden producir un aumento de plagas como la araña roja, además de un descenso drástico de la población de los agentes auxiliares que controlan sobre todo a los ácaros.
Marchitamiento de la planta
La transpiración acentuada por altas temperaturas puede producir un marchitamiento temporal que puede llevar a la muerte de la planta. Al tener que consumir sus propias sustancias de reserva se puede llegar a la muerte por inanición.
Las altas temperaturas producen, en esta línea, alteraciones en las funciones fisiológicas. Por ejemplo, se eliminan con mayor dificultad los productos finales metabólicos, pudiendo provocar el autoenvejecimiento de las células. Por tanto, se puede dar el atabacado y necrosis de hojas y brotes y, como consecuencia, el árbol se defolia.
Problemas en la fotosíntesis
A medida que aumenta la temperatura aumenta la actividad fotosintética de la planta, hasta llegar a un máximo (en torno a los 30 grados, según cultivo) a partir del cual decrece también por destrucción de los sistemas enzimáticos del vegetal. Traspasada esa temperatura, la planta gasta más energía de la que ingresa para hacer sus funciones fisiológicas.
Estrés hídrico
El daño causado por elevadas temperaturas está comúnmente asociado con el estrés hídrico. El sistema radicular no es capaz de suministrar a las hojas el agua necesaria para la transpiración, las hojas cierran sus estomas intentando conservar agua, detienen la evaporación y reducen el beneficioso efecto de enfriamiento, así como el crecimiento del vegetal. Es por ello que en la medida en que las plantas puedan transpirar libremente también podrán hacer frente a las altas temperaturas.
¿Qué medidas podemos llevar a cabo para afrontar con éxito los daños de las altas temperaturas en los cultivos?
La nutrición y la bioestimulación también son un punto clave para superar sin problemas las situaciones de calor extremo. Los productos que ejercen como agente osmótico del citoplasma celular del vegetal suponen una gran ayuda para abrir los estomas y regular el balance hídrico de las plantas.