El Senasa informó la semana pasada que logró la reapertura de Malasia para las carnes y menudencias bovinas argentinas, enfridadas y congeladas. El destino había sido cerrado en 2010, a causa de objeciones malayas a la certificación Halal (musulmana) en el país.
Se trata de un mercado interesante que importa unas 220 mil toneladas equivalente carcasa (tec) anuales.
Desde hace varios lustros, el país sudasiático tiene el objetivo estratégico de convertirse en un centro de conexión (hub) de los alimentos Halal en el mundo, por lo que ha sido sumamente estricto con las importaciones. Malasia acepta la introducción a su territorio de alimentos, de cualquier tipo, sólo con certificación Halal.
Hace 10 años consideró que tal certificación en la Argentina no reunía las condiciones que exigía, por lo que su carne quedó fuera de la oferta posible.
La mayor parte de sus importaciones está compuesta por carne congelada cuyos orígenes son India, 80%; Australia, 11%; Nueva Zelandia, 5%, y Brasil, 4%. Otros proveedores representan números insignificantes.
Como se ve, el grueso de sus compras consiste de carne de búfalo de la India, de precio más bajo que la bovina.
El precio promedio de sus proveedores extraasiáticos es 10% mayor al de la India, que ha sido de USD 3.000 la tonelada.
Sólo el 1% de sus importaciones se compone de cortes enfriados. Australia es su proveedor casi excluyente, a un atractivo valor promedio de USD 10-11 mil por t.
La Argentina deberá hacerse lugar, primariamente, en una competencia con los mencionados exportadores de Oceanía y de América. Aunque también su presencia llevará a cierto crecimiento de este segmento del mercado, como suele suceder, para beneficio de todas las partes.