Pedro Steffan, participante del Programa de Control Parasitario Sustentable de la Universidad Nacional del Centro de la Prov. de Bs. As. aseguró que los sistemas de recrías e invernadas son más susceptibles a las parasitosis, y que las mismas tienen un alto impacto productivo en estas actividades.
Durante su disertación en la Jornada a campo del IPCVA en Embajador Martini, La Pampa, el profesional destacó que «cuando tenemos situaciones de inundación y encharcamiento como sucede hoy en muchas regiones del país, las lombrices gastrointestinales son trasladadas continuamente por el agua«. Esto, sumado a que los animales se concentran en los lugares más altos, generando una carga muy elevada y por lo tanto una concentración de bosteos con larvas, provoca que las condiciones actuales sean de altísimo riesgo. En este contexto, con la reducción del área de pastoreo, la elevada infectividad de las pasturas y el limitado nivel nutricional, los animales sufren pérdida de peso y en algunos casos la muerte. «Los animales están muy susceptibles y aparecen otros parásitos como la lombriz del pulmón y la sarna», agregó Steffan.
Respecto de las lombrices gastrointestinales, el especialista señaló que su ciclo de vida es muy particular y que tiene una duración de 3 semanas. En la fase parasitaria (en los animales) se encuentra sólo el 5% de los parásitos, mientras que el resto se encuentra en la fase de vida libre en la pastura. En esta última etapa su supervivencia depende mucho de las temperaturas y las lluvias, ya que el agua actúa como vehículo de las larvas.
Manejo del pastoreo
Seteffan indicó que en la Pampa Húmeda se ha medido que las larvas pueden sobrevivir más de 12 meses en la bosta, y algo menos de 12 en la pastura, dependiendo de la sombra que tengan, y que el máximo de infectividad se da en otoño e invierno.
«El manejo impacta mucho», aseveró, ya que al aumentar la carga de animales se concentran los bosteos y por lo tanto el riesgo de parasitosis aumenta. Asimismo, cuando la intensidad de pastoreo es mayor, el riesgo también aumenta, porque los animales se ven obligados a comer cerca de las bostas.
Pérdidas cuantiosas
Durante la recría cada animal en pastoreo puede perder 30 kg sin que existan efectos visibles; mientras que cuando se llegan a ver diarreas ya se perdieron 50 kg. Como un ejemplo, Steffan indicó que cuando se pierden 30kg en 300 novillitos, el dinero perdido equivale a cambiar la camioneta, o a comprar una manga muy compleja.
Enfocándose en las pérdidas que se producen, aclaró que de acuerdo al lugar del tracto digestivo en el que se alojan los parásitos varía su nivel de peligrosidad, según los procesos en los que interfieren. Así, indicó que los más peligrosos son los que se alojan en el cuajo, ya que producen que la digestibilidad de las proteínas sea limitada, lo que deriva en una alteración del crecimiento y desarrollo esquelético y muscular. Los músculos que más se afectan son los de mayor valor comercial, y también hay una afección del aparato reproductor de las hembras, tanto en desarrollo como en funcionalidad. «Con pérdidas de 100-150 gramos por día, en 6 u 8 meses, son 30 kg que se pierden, y si la infección es clínica, con animales con diarrea, la pérdida será de 50 kg. por animal.
Respecto del control de los endoparásitos, Steffan señaló que la dificultad reside en que el ciclo de vida es doble, y en que no hay vacunas. «Tampoco hay productos químicos que podamos aplicar en las pasturas, donde se aloja el 95% de la población de los parásitos del sistema», agregó. Además, los grupos de drogas que se usan son siempre los mismos, algunos tienen hasta 50 años de antigüedad.
Analizando el mercado de los antiparasitarios, aseguró que «es llamativo el crecimiento del uso de las ivermectinas de alta concentración (3,15 a 3,4%), que se duplicó entre 2012 y 2015. Se masificó su uso, y muchas veces no es necesario usar las de alta concentración». Desparasitaciones masivas, sin diagnostico parasitológico y con escasa rotación de principios activos son muy frecuentes, entonces las lombrices han logrado ser resistentes. Con el tiempo, toda la población se convierte en resistente, y de nada sirve utilizar mayores dosis.
La resistencia a los antiparasitarios es algo imparable, pero controlable, aseguró, y recomendó realizar una rotación de los productos utilizados, para retardar la resistencia y mejorar el control; manejar el pastoreo de los forrajes, y usar productos confiables y de calidad comprobable.