Más allá de algunos vaivenes del mercado, lo que está claro es que el ajuste que sufre el consumo interno, donde se vende el 85% de la carne que se produce en el país, golpea al sector ganadero.
La demanda trabaja mayormente con selectividad a la hora de la compra de ganado para faena. Esto se debe a que puede elegir, ya que la oferta es grande. Solo se observa cierto incremento en su interés ante eventos como el reciente festejo por el Día de la Madre, aunque las ventas son dispares según el poder adquisitivo de cada sector social.
Hay compradores que piden hacienda y otros que hacen compras puntuales, que miden el gasto, como “doña Rosa”. Eso se refleja en la selectividad del mercado. Los lotes especiales que tienen como destino los sectores de más recurso se venden con cierta agilidad, y el resto tiene una colocación más trabajosa.
Los compradores de supermercados y los matarifes expresan a diario el deterioro del poder de compra de la demanda local. Destacan el freno de las ventas y la consecuente acumulación de carne en las cámaras.
Pero, a pesar de todo, el ganadero tiene un socio muy fiel. Es que ese consumo interno que se ve castigado por la crisis económica sigue mostrando mucha falta de elasticidad. La crisis se agrava, la inflación es cada vez más alta, pero la demanda interna sigue absorbiendo el mismo volumen y se banca cierta mejora en los valores. Es un consumo que soporta 115/120 kilos por habitante y por año. El sector naturalizó ese consumo, en muchos casos se lo considera como algo dado y, en consecuencia, no se valoriza lo suficiente su fortaleza, pocas veces vista en otros países.
Hasta setiembre, el consumo reaccionó de forma positiva. El resumen de precios que hace el IPCVA da cuenta de que, en promedio, la suba interanual fue de 39%, aunque fue menor en algunos cortes populares como el asado, que tuvieron incrementos del 33%. En octubre las ventas se cayeron respecto a los industriales, compradores de supermercados, matarifes y por lo que se observa del resultado diario en el Mercado de Liniers.
Pese a la tranquilidad de la demanda a la que referimos, los valores del gordo de octubre tuvieron una recomposición interanual para nada despreciable. Comparando los precios obtenidos en el Mercado de Liniers, el resultado es el siguiente: el novillo mejoró 40% en línea, por ahora, con la inflación; la vaca, ayudada por la demanda de China, aumentó 50%; en cambio, el consumo liviano, que es lo más ofertado, se vio castigado con mejoras del 35% promedio.
La menor demanda local se encuentra con un mercado todavía bien abastecido de carne, sobre todo de lotes de hacienda liviana, ya que sigue saliendo ganado de los feedlots que, a su vez, están reponiendo menos en sus corrales, lo que permite suponer que durante el inicio del año próximo podría haber una recomposición de los precios, lo que dependerá mucho de cómo evolucione la economía.
Esa recuperación del mercado del gordo que se espera para los primeros meses del 2019 permitiría que las cotizaciones vuelvan a acercarse a la inflación, o que al menos la carrera no la pierdan por tanta diferencia.
Por otra parte, se supone que la exportación seguirá demandando carne gracias a la ayuda de un dólar que, si bien bajó de los $40, duplicó su valor en menos de un año. La demanda de China, comenta el analista Ignacio Iriarte, ya excede a la vaca conserva o manufactura y los exportadores incluyen ahora en sus embarques cortes propios del consumo doméstico, como el peceto, la cuadrada, la bola de lomo o la aguja. “La exportación avanza sobre categorías de hacienda o en cortes que hasta hace poco se destinaban exclusivamente al consumo, además de agregarle a la vaca, manufactura o conserva, algunos cortes de novillos”, explica Iriarte.
La exportación seguirá creciendo en tanto el tipo de cambio no se atrase. Cabe recordar que las exportaciones del producto volvieron a pagar retenciones y que por ahora todo fluye porque el dólar no baja de los $35, pero con una inflación tan alta como la actual, en pocos meses la cosa podría complicarse.
En tal sentido, un intermediario en el negocio del gordo e invernada nos decía: “Por suerte está funcionando bien la salida exportadora, sino sería una debacle. La devaluación deterioró a la economía interna pero, al mismo tiempo, ayudó a que, vía exportaciones, se canalizara mucha vaca y también otras categorías que normalmente iban al consumo y que la exportación ahora las está absorbiendo. El crecimiento de las exportaciones es para destacar, sin dudas, pero también hay que tener en cuenta que se debió a la mayor demanda de China y Rusia, que llevan carne de vaca; mientras que las ventas a los mercados de valor que piden carne de novillos, como es el caso de la Unión Europea, tuvieron un desarrollo mucho menor. Evidentemente hay que buscar y poner operativos otros mercados, como el de los Estados Unidos”.
En síntesis, el consumo, que se lleva el 85% del total producido, juega en contra de una recomposición real de los precios. Mientras que la exportación, que recuperó su participación histórica, sirve solo como salvavidas. Mientras tanto, algunos esperan que la menor oferta del arranque del año ayude a recomponer algo el precio. Esto está por verse, lo que prima es la incertidumbre respecto de la economía en el corto plazo. Además, en poco tiempo más, las expectativas se verán teñidas por la incertidumbre propia del proceso electoral en el que por ahora no asoma ningún liderazgo.
Invernada tranquila y menos renta en la cría
Para el engorde a corral, este año no fue bueno. Según la Cámara de Feedlots, las pérdidas se estiman en un promedio que supera los $2.000 por animal, aunque las cuentas varían según cada empresa, la disponibilidad de insumos o la inclusión de la recría en el proceso productivo.
Los malos resultados del engorde a corral impactan en el negocio de la invernada, al menos de la zona central del país, lo que complica las cuentas de los criadores. El precio en la Argentina está asociado al valor del maíz; entonces, cuando el maíz está caro, el ternero se desvaloriza, por lo cual es muy difícil que con los precios actuales del cereal haya una recuperación de los valores. Entonces, lo que estamos viendo es un mercado tranquilo en un época en la que debería afirmarse. Como al feedlot las cuentas no le dan, y considerando la incierta evolución de la economía argentina o, mejor dicho, las perspectivas de que la recesión se profundice, todo se complicaría. Si escaseara el ingreso de dinero a la cadena, para el que invierte es alto el riesgo que debe asumir a la espera de que el faltante en los próximos meses sea suficiente como para impulsar los precios del gordo. Traducido: que las cuentas den al menos un empate técnico.
Ante este escenario, el engordador traslada las pérdidas al criador. Es evidente la pérdida de valor de la invernada. Si definimos un valor promedio para el ternero en la Cuenca del Salado de $50 para el corriente mes, y tomando como promedio para octubre de 2017 unos $40 por animal, el aumento fue de 25%, poco más de la mitad de la inflación, mucho menos de lo que aumentó el gordo.
Esa pérdida de valor se refleja también en los resultados económicos de la cría, según el boletín de la Secretaría de Gobierno de Agroindustria. En ese documento se modelizan diferentes sistemas productivos. Tomando como referencia el de la Cuenca del Salado, en agosto de este año el resultado neto fue de $1.150 por cabeza y de $915 por hectárea para un campo con 450 hectáreas, 260 vacas y un destete de 72%. La caída en el margen neto nominal respecto del resultado que se obtenía en igual mes de 2017 fue de 35%.
En el caso de la provincia de San Luis, hay un modelo para la zona semiárida. En ese caso, el resultado neto por cabeza este año es de $1.300, y por hectárea es de $305. La caída nominal es de 20%.
En tanto, para un campo de cría en la zona árida el resultado neto a agosto de 2018 es de $1.100 por cabeza y de $180 por hectárea, con una caída es del 15%
Fuente: www.eldiariodelarepublica.com