A pesar de las lluvias de los últimos días, los inconvenientes que dejó la sequía continúan surgiendo efecto en la ganadería nacional. La consecuencia del mal clima impacta directamente en la producción forrajera, que está arrastrando aumentos en la tasa de faena. Este aspecto podría llevar a un cambio del ciclo ganadero.
De continuar la tendencia actual, la faena esperada para el año en curso llegaría a valores de 3 millones de toneladas equivalente a res con hueso, por encima de los 2,8 millones calculados previos a la seca. Este aspecto está generando impacto en el precio de hacienda.
La falta de lluvias produjo el retraso de siembra de verdeos de invierno y pasturas, comprometiendo el pasto de otoño-invierno. Por lo tanto, la merma en la productividad de los verdeos por retraso podría ser del 30-40%.
Como consecuencia de estas condiciones forrajeras se ha provocado un incremento mayor en la faena de machos como de hembras.
En cuanto a los machos, la sequía produjo un incremento de la tasa de extracción de novillos, es decir la cantidad de cabezas que se faenan sobre el stock. Una de las causas, es que la falta de pastos condiciona a mayores niveles de grano en la dieta y esto conlleva una aceleración de los tiempos de producción y por lo tanto a un incremento en la tasa de extracción. Para 2018, se proyecta una tasa de extracción de machos mayor, lo que impulsaría una caída en el stock de novillos en el 2019.
Las hembras son las que podrían generar la oferta de carne en el mercado, incrementando la faena. A raíz de la escasez de pasto y por la relación entre el precio de la vaquillona preñada y vaquillona para faena, se está registrando un aumento de la participación en términos absolutos y porcentuales en la faena total.
La consecuencia reflejará un impacto negativo en los precios de hacienda. El precio real del novillo podría caer entre un 10 y 16%. Para el 2019-2020, el nivel de oferta será menor si efectivamente se da el escenario anteriormente descrito.
