En una campaña que viene muy húmeda y en la que ya se detectaron enfermedades como la roya amarilla o estriada, se recomienda a los productores profundizar los monitoreos para detectar los posibles casos de fusarium o fusariosis del trigo en la zona núcleo.
Hay reportes de casos de la enfermedad en el límite norte del área triguera (por ejemplo, en Reconquista en Santa Fe) y también en la provincia de Entre Ríos. En el sur de Santa Fe, Córdoba y el norte de Buenos Aires, hay un riesgo alto de que se desarrolle esta patología luego de los trigos terminen de conformar las espigas.
“La recomendación es que los productores estén atentos porque las lluvias son frecuentes y favorecen este tipo de infecciones”, advirtió Lucrecia Couretot, especialista del área de Protección Vegetal del INTA Pergamino, en una entrevista con Clarín Rural.
La especialista recordó que las condiciones óptimas para esta infección -que produce el hongo Fusarium graminearum- son las temperaturas de entre 24º a 30º, dos a tres días de agua libre y ocurrencia de lluvia durante el período de floración; es decir, con anteras expuestas.
Las precipitaciones que suelen darse durante el primer tramo de octubre, junto con la mayor duración del mojado de espigas, podrían dar lugar a condiciones favorables para el desarrollo de fusariosis de la espiga”, insistió Couretot, que también aconsejó seguir de cerca la roya del tallo y evaluar si hay “reinfecciones” en hojas nuevas de roya amarilla, una enfermedad que se vio en muchos lotes del sudeste de Buenos Aires (cercanos a Mar del Plata y Tres Arroyos, por ejemplo).
Los pulgones también son una plaga para no confiarse. En las hojas que fueron succionadas por esta este insecto se producen importantes daños -su saliva tiene efectos fitotóxicos- y son transmisores de importantes enfermedades virósicas.
En los años secos, o en las zonas en las que se registraron menores precipitaciones, los pulgones son más peligroso, porque las lluvias los desprenden de las plantas y producen menos daños.
Los pulgones producen estas manchas en las hojas.
La etapa con ataques más severos va desde el período de macollaje hasta la espigazón y llenado de granos. Los más frecuentes son el pulgón verde de los cereales, que se distinguen por su color verde manzana, y el amarillo.
Los dos disminuyen la superficie fotosintética de la hoja y cuando los ataques son muy intensos las manchas clorótidas se terminan uniendo, con el riesgo de secar la planta. Ambos biotipos, además, son transmisores del “virus del enanismo de los cereales”.
El manejo de esta plaga deberá estar basado en el control de malezas que “hospedan” a los pulgones y en los monitoreos. La decisión de realizar un control con insecticidas deberá evaluarse de acuerdo a los umbrales recomendados y el estado fenológico del cultivo.
También deberá analizarse la presencia de enemigos naturales de los pulgones, que pueden ayudar a disminuir la presencia de la plaga, como vaquitas de San Antonio, crisopas y avispas.