En las estribaciones del Parque Nacional de Ordesa, en uno de los parajes de mayor fuerza natural del Pirineo aragonés, se crían ya vacas con ADN de la prestigiosa raza japonesa Tajima (Wagyu), tras un complicado proceso de injerto de embriones en reses autóctonas.
El promotor de esta iniciativa es un joven empresario de hostelería de la zona e ingeniero agrónomo, Jorge Rabal, empeñado no sólo en ampliar y mejorar la oferta de carne que ofrece en su restaurante, El Balcón del Pirineo, sino en un ilusionante proyecto de mejora de la raza pirenaica.
Desde Buesa, un pequeño núcleo de población perteneciente al municipio de Broto desde el que se atisban las mejores vistas del valle del río Ara, este emprendedor sopesó, en el invierno de 2014, la posibilidad de introducir cabezas de Wagyu de la línea Tajima, la misma que se cría en Kobe, en el Pirineo.
Rabal explica que con el apoyo del ganadero de la zona y también ingeniero agrónomo Ramón Mur, se tomó la decisión de poner en marcha un proyecto exigente para la obtención de reses de Wagyu, de poco desarrollo cárnico pero susceptible de generar una carne “premiun” de una gran calidad. Así, en la primavera de 2015 se implantaron, con la ayuda de un especialista, embriones de tajima originarios de Australia en “madres de alquiler” de la raza Parda Pirenaica.
A la espera del aval de la Australian Wagyu Association
En el invierno de ese mismo año, a pesar de que la tasa de éxito en este tipo de pruebas se sitúa en un 50 por ciento, nacieron un ejemplar macho y otro hembra, lo que animó a Rabal y a su socio a inseminar más vacas Pardas para estudiar el grado de infiltración de la mezcla. Ahora, este joven empresario se encuentra a la espera de que la Australian Wagyu Association certifique que el ADN de las reses obtenidas tiene la pureza genética exigida para ser avalado en su registro.
“Nuestro objetivos son desde este momento disponer de animales de raza pura Wagyu a partir de 2019, analizar la adaptabilidad de la raza al tipo de explotación local y establecer inicialmente una cabaña de diez reses para ofrecer una carne fuera de serie que tiene un veteado especial”, destaca.
Estos jóvenes emprendedores han decidido servirse de la hembra para generar embriones destinados a implantarse en otras “madres de alquiler”, un proceso muy técnico, casi de “artesanía pura”, que requiere tanto de la visita de un veterinario especializado como de la experiencia en este campo de Ramón Mur.
Mientras tanto, Ramón Mur padre, un experimentado ganadero, vigila atentamente y cuida de los dos ejemplares de Wagyu nacidos hace un año medio en la zona, un macho castrado destinado al sacrificio y una hembra de color negro que corretean alegremente junto a las reses de Parda Pirenaica siempre que les dejan salir del establo.
Pero este proyecto no es el único en el que está empeñado Jorge Rabal para tratar de potenciar el interés turístico en el valle y ampliar las actividades al aire libre fuera del territorio protegido de Ordesa, cuyas restricciones y limitaciones en cuanto al número de visitantes exigen de una oferta alternativa en el entorno.
Este empresario proyecta desde tiempo atrás instalar una de las tirolinas más largas y espectaculares del continente europeo, desde un monte situado frente a Buesa hasta el término municipal de Fiscal, cuyo ayuntamiento ha brindado todo su apoyo a la iniciativa.
Descartada la idea original de una tirolina desde Buesa hasta el núcleo de Oto por falta de apoyo, Rabal mantiene un ánimo firme para la consecución del nuevo trazado elegido a partir de un diseño de ingeniería que incorpora todo tipo de mecanismos para hacer del vertiginoso recorrido algo divertido y liberador de adrelina, pero también seguro.
Fuente: EFE