Los bovinos, caprinos y ovinos, los rumiantes más conocidos, contribuyen al calentamiento global. Se calcula que aproximadamente el 15% de la emisión global de metano procede de animales de granja. Un trabajo de Magalí de Diego, de la Agencia CTyS-UNLaM, planteó cómo es posible que estos animales puedan realizar un daño tan sustancial. La respuesta señala como claro culpable al gas metano – producto final de la fermentación y metabolización del alimento consumido por el ganado.
Según las investigaciones en las que participa Silvio Cravero y María Cerón Cucchi, investigadores del Instituto de Biotecnología del INTA Castelar, una dieta más eficiente ayudaría a reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). ¿Cómo lograrlo? Con la identificación de las funciones que cumplen los distintos grupos de microorganismos presentes en el tracto digestivo del ganado.
En 2012, cuando se iniciaron los estudios, solo 14 genomas microbianos de origen ruminal estaban disponibles para su análisis. En la actualidad, el consorcio internacional Hungate1000, integrado por más de 55 científicos de nueve países, lleva catalogados los genomas de 410 bacterias, y arqueas –organismos unicelulares– presentes en el rumen de varias especies animales. El objetivo es seguir incorporando nuevos microorganismos.
“Este trabajo contribuirá a conocer la diversidad y el funcionamiento de las bacterias presentes en el rumen y aportará al diseño y monitoreo de estrategias de mitigación de metano en los sistemas de producción animal”, destacó Cravero y agregó que “no solo permitió secuenciar los genomas de bacterias que viven allí, sino determinar que 134 de ellas están emparentadas con microorganismos que se encuentran en el intestino humano”.
Sobremesas ganaderas
Un rumiante es un animal que realiza la digestión de los alimentos en dos etapas: primero, el consumo de la materia vegetal y, luego, la rumia. “Este segundo proceso se realiza en el rumen, el compartimento más grande que tiene el estómago del animal. Aquí, un ecosistema formado por una gran cantidad de bacterias, protozoos, arqueas, hongos y bacteriófagos procederá a degradar el material vegetal consumido”, explica Cravero en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.
Los forrajes o pasturas son muy ricos en polisacáridos complejos, unas biomoléculas muy difíciles de metabolizar por enzimas comunes. Una vez en el rumen, los azúcares allí presentes activan esta gran flora microbiana para producir ácidos grasos volátiles, es decir, la fuente de energía del ganado. “Los seres humanos no pueden realizar este camino para adquirir energía, pero, en los animales, este proceso les brinda el 75 por ciento de su energía”, resalta el investigador. Si bien este sistema digestivo tiene la capacidad de aprovechar y convertir material fibroso en alimentos de alta calidad nutritiva, también produce metano. Ahora, con estas bases, las líneas de investigación apuntan a desarrollar una vacuna para reducir la producción de metano. Este procedimiento experimental busca identificar y obtener proteínas que puedan generar anticuerpos para inyectarlas y que generen anticuerpos en saliva. “Estos anticuerpos bloquearían la replicación de arqueas y por ende reducirían la producción de metano. Esta línea de investigación es una entre el grupo de estrategias que se están evaluando para mitigar la producción de metano de origen animal”, concluye el investigador del INTA.